Sólo el frío respira en la sala.
Tu cuerpo es ahora una imagen que adoramos.
Frente a él nos persignamos bajamos la cabeza rezamos
con los brazos cruzados con la manos atadas detrás de la espalda
sujetándonos de alguna manera
para no caer contra el cristal
que ya empieza a empañarse por los bordes.

Algunos leen una y otra vez las inscripciones en los ramos:
tus hijos tus nietos tu hermana…
y los repasan pieza a pieza
como si en el código de color que siguen las flores clavadas en sus corchos]
o en la posición de una respecto a la otra
pudiera descodificarse un mensaje tuyo
ahora que tú eres una flor cortada.

Esperamos tu señal te hablamos todos a la vez te pedimos cosas parecidas.
Aquí estamos
queriéndote
deseándote con un deseo casi blasfemo:
el deseo de tenerte entre nosotros también en cuerpo palpitante
dulce carne y sangre nuestras.


Miriam Reyes
Desalojos
Hiperión ediciones, 2008

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